Güeno.. acá está octubre y ahora tenemos de frente toda la línea de cañones, nos están mandando andanada tras andanada y el mar está bastante picado.
Ésto que les dejo los escribí otro octubre, uno que fue difícil también para el campo nacional y popular y en el que necesitamos, como ahora, fuerza para sostener las banderas, la cabeza despejada y el apoyo en el abrazo de lxs compañerxs: octubre de 2010.
Cosas de negros
Buenos Aires, Sábado, 30 de octubre de 2010 a las 0:00
Antiguamente, cuando era chica (como una vez dijo mi amigo Alejandro haciéndose el culto) mi familia se mudó de barrio. Para que eso pasara concurrieron varios factores a saber: mi viejo se quedó sin laburo porque la fábrica textil en la que trabajaba bajó la cortina y los rajó a todos; mi hermana ya andaba hacía un tiempo haciendo trabajo social en las villas junto con los grupos juveniles de la parroquia del padre Farinello en Quilmes; los dueños del lugar que alquilábamos le dijeron a mis viejos que si en casa se seguían haciendo reuniones y guitarreadas no podíamos seguir viviendo ahí porque era un peligro; era abril de 1977.
Así que nos mudamos y a mí me dijeron, con lo charleta que era a mis cortísimos años, que había VARIAS cosas de las que se hablaban en familia que NO podía comentar con los nuevos vecinos: criticar al gobierno militar y decir que mis padres eran peronistas, eran las principales…
A mí la nueva casa me encantaba. Había un perro, mucho jardín y campito. Claro que no todo era tan lindo: por ejemplo veíamos a mi papá disponible un ratito del domingo, porque pasó de ser un obrero calificado que trabajaba 8 hs diarias, a trabajar en dos agotadores turnos que se sucedían 12 o 13 hs, seis días a la semana como cadete y maestranza en un banco (sin escalas de la argentina industrial a la timba financiera); por la esquina pasaban camiones del ejército llenos de soldados apuntando para afuera con los fusiles; cuando íbamos a misa los domingos a la noche, entre nosotros se sentaban unos señores de traje y anteojos negros, otros se quedaban en la puerta de la iglesia, mis viejos me decían que no se me ocurriera mirarlos fijo.
En esas noches de iglesia cantábamos una canción que a mí me gustaba un montón. Mi papá me contaba que la habían escrito unos negros que peleaban por sus derechos en estados unidos y que alguien la había traducido. Hablaba de fe y de no tener miedo. A los hermanos que la cantaban en el norte, las cosas no les habían ido bien: al líder de todos ellos hacía varios años que lo habían matado. Cuando cantábamos yo sentía un rescoldito tibio crecer por dentro en esas noches en las que a veces apretaba mucho el frío.
Un señor anónimo entró cantando esta canción hoy a la mañana en la Casa Rosada y me hizo acordar a todas estas cosas.
VENCEREMOS
En mi alma yo sé con honda fe
Que pronto venceremos
Pronto venceremos, pronto venceremos
Juntos lucharemos hasta el final
Quiero que mi país sea feliz
Con amor y libertad
Solo con justicia, solo con justicia
Nos haremos dueños de la paz
Quiero que mi país sea feliz
Con amor y libertad
No tenemos miedo, no tenemos miedo
No tendremos miedo nunca más
Quiero que mi país sea feliz
Con amor y libertad
La versión «nuestra» de Maria Elena Walsh:
El líder que mataron: http://www.youtube.com/watch?v=130J-FdZDtY&feature=related
La blanca que cantaba cosas de nwords: http://www.youtube.com/watch?v=RkNsEH1GD7Q&feature=related
Volvamos a 2023:
La canción ya ven termina con la palabra libertad, como lo que grita el grito sagrado, por lo que dieron la vida tantos y tantas habitantes de la patria aun antes de que fuera algo más que un sueño… cómo podría alguien arrebatarnos la libertad ni siquiera de palabra!!
Y también creo (con honda fe) que no hay libertad sin justicia social, no puede haberla porque no venimos a este mundo con chances parejas y mientras eso pase seguiremos creyendo en el poder que pueda llevar un poquito de equidad para aquellos que juegan desde la kunita con la cancha inclinada.
Abrazos enormes y fuerza para todxs!