Un origen posible
Según Frans de Waal (1), el término «macho alfa» surgió entre las décadas del ’40 y ’50, a partir de investigaciones sobre animales no humanos, principalmente lobos y grandes simios. Uno de los estudios clave que contribuyó a esta idea fue el de David Mech (2). Este investigador del centro del mundo observó la conducta de un grupo de lobos no emparentados entre sí que vivían en cautiverio. Antes de continuar, vale la pena hacer doble click en la importancia del diseño de experimentos en ciencia, especialmente cuando se trabaja con algo tan complejo como el comportamiento. Bajo esas condiciones de observación, los lobos no tenían ninguna motivación para compartir o cooperar (ya que eran perfectos desconocidos) y competían agresivamente entre sí por el acceso a recursos que eran limitados y, por lo tanto, monopolizables. Esto facilitó que un individuo (o unos pocos) se impusiera mediante la fuerza o cierta ventaja física. Mientras que este estudio hubiera permitido concluir, por ejemplo, que esas condiciones de vida no eran apropiadas para la especie, los autores en cambio concluyeron que los lobos se pelean mucho y que se organizan jerárquicamente debajo de un macho que se impone por la fuerza en esas peleas. Nada más alejado del comportamiento real de la especie.

Curiosamente, el propio Mech dedicó las siguientes décadas de su larga y exitosa carrera a desmentir la idea del «macho alfa» como un líder despótico y violento a la que él mismo había contribuido (2, 3). En su hábitat y en libertad, los lobos se organizan en manadas familiares, lideradas por la pareja reproductora (mamá loba y papá lobo, básicamente) que hoy en día ya ni siguiera se denomina «alfa», para evitar confusiones (3). Esta pareja no se impone por la violencia, sino que cumple un rol de liderazgo y protección hacia el resto del grupo, actuando como cuidadores. Los lobos adultos frecuentemente permiten que los cachorros se alimenten primero e incluso los protegen activamente en momentos de peligro. Estas conductas resaltan que el liderazgo en estos animales está más vinculado al cuidado y la cooperación que a la dominancia. Por cierto, con el tiempo no solo aparecieron mejores hipótesis sobre la conducta, sino también métodos no invasivos para su estudio como por ejemplo, el monitoreo de fauna con cámaras trampa. ¿Alguien dijo lobitos?
Líderes en el planeta de los simios
El mito del «macho alfa» también se ha extendido a especies como los chimpancés y los gorilas. En particular, la popularidad del libro «La política de los chimpancés» (publicado en 1982, donde Frans de Waal cuenta detalles de las roscas por el acceso al poder que se da en esta especie) fomentó que se sostuviera la idea del alfa como un individuo que hace gala de su dominancia por sobre los demás. Sin embargo, décadas de evidencia acumulada sobre las dinámicas sociales de los grandes simios dan cuenta de una realidad distinta.
Un ejemplo claro son las estrategias de gestión de conflictos (4) en grupos de chimpancés. Se ha observado que las hembras y los individuos juveniles tienden a ofrecer más consuelo a las víctimas de una pelea, pero esta tendencia se invierte cuando se considera el factor del rango. La investigadora Teresa Romero y su equipo encontraron que los chimpancés macho de alto rango ofrecen consuelo a las víctimas de un conflicto con mayor frecuencia que las hembras del mismo rango (5). Giada Cordoni y colaboradores hallaron algo similar en gorilas (6).
Las investigaciones mostraron que entre los chimpancés, los machos alfa que desempeñan funciones de cuidado, intervienen para resolver disputas y consuelan a individuos agredidos suelen ser los más valorados, populares y exitosos en el grupo y que logran mantenerse en el poder por más tiempo. Estas conductas estarían ligadas a una mayor producción de oxitocina, una hormona que favorece los vínculos sociales y el comportamiento prosocial (7). En cambio, los «alfa» que se imponen sólo mediante la intimidación suelen durar menos tiempo en el poder y corren riesgo de ser expulsados o incluso asesinados por sus propios compañeros. Así, el liderazgo efectivo en los chimpa parece estar asociado con el mantenimiento de la armonía social y la mediación de conflictos (1).

Una nueva mirada
Lejos de quedarse con su primera lectura, tanto Mech como de Waal continuaron investigando el comportamiento de estas especies sociales y aceptaron llegar a conclusiones distintas que su primera impresión. Este cambio de perspectiva es un claro ejemplo de cómo la ciencia se construye a partir de la revisión constante y el reconocimiento de nueva evidencia. Dos verdaderos kehombres.
Después de todo, «macho alfa» no es quien se impone por la fuerza (o quien sostiene ciegamente una idea obsoleta), sino quien cuida, media y promueve la cohesión social. Ser «alfa» no se trata de dominar, sino de liderar para el bienestar del grupo.
Referencias
- «Machos alfa» – Frans de Waal: https://www.youtube.com/watch?v=BPsSKKL8N0s
- «¿Lobo alfa?» – David Mech: https://youtu.be/tNtFgdwTsbU
- Mech, L. David, (1999) «Alpha Status, Dominance, and Division of Labor in Wolf Packs». United States Geological Survey, Northern Prairie Wildlife Research Center: Publications. 353. https://digitalcommons.unl.edu/usgsnpwrc/353
- Rial, L. A., & Bentosela, M. (2024). Ofrecimiento de consuelo post conflicto desde una perspectiva comparada: características, factores moduladores y su relación con la empatía. Analecta Veterinaria, 44, 084. https://doi.org/10.24215/15142590e084
- T. Romero, M.A. Castellanos, & F.B.M. de Waal (2010). Consolation as possible expression of sympathetic concern among chimpanzees, Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 107 (27) 12110-12115, https://doi.org/10.1073/pnas.1006991107
- Cordoni, G., Palagi, E. & Tarli, S.B. (2006) Reconciliation and Consolation in Captive Western Gorillas. Int J Primatol 27, 1365–1382. https://doi.org/10.1007/s10764-006-9078-4
- Wittig, R. M., & Boesch, C. (2010). Oxytocin increases social bonding in wild chimpanzees. Proceedings of the National Academy of Sciences, 107(46), 21371-21375. https://doi.org/10.1073/pnas.1007411107