Tenemos que ser claros con ello, porque la banalización de la violencia ejercida por los militares es una habilitación a futuras violencias. Y no es casualidad que hoy, el gobierno nacional, no solo reivindique el accionar de las fuerzas represivas en su supuesta lucha contra la subversión, sino que ejerce día a día la violencia política, social y económica.
En el año 2006, al calor del reinicio de los juicios contra los militarees y responsables del terrorismo de Estado y la instalación de las políticas de memoria como asunto de Estado durante el gobierno de Néstor Kirchner, se realizó una nueva edición del célebre informe “Nunca Más”.
En la primera edición, del año 1984 el prólogo fue escrito por Ernesto Sábato, un hombre de la cultura, quien se había acercado a Videla junto a Borges y luego se arrepintió y denunció los crímenes de la dictadura. En ese texto, Sábato hace una clarísima apología a la llamada teoría de los dos demonios y sitúa a los desaparecidos como inocentes víctimas del cruce de las “dos violencias”, en la cual no duda en señalar igualmente lo imposible de comparar por la magnitud de llevado adelante por los militares.
Pero algo sorprendente del “informe Sábato” como fue conocido, es que situaba al genocidio de la dictadura como un ejercicio de “las fuerzas del mal”, en un afán de situarlo en un acto de mero sadismo. Si bien ese elemento sin dudas fue existente y terrorífico, es importante completar la visión de los hechos ocurridos analizando los posicionamientos políticos que rodearon aquellos tiempos.
Es por ello que en el año 2006, en la nueva edición el prólogo ya no estuvo a cargo de un “arrepentido” y ajeno a la política, sino que el texto fue escrito por el entonces secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde [también conocido como “Duhalde el bueno”], quien en los años ´60 y ´70 junto a Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional en el 73 por el Peronismo y asesinado por la triple A al año siguiente, habían sido defensores de presos políticos y activos militantes del peronismo revolucionario. Un hombre perseguido e íntegramente comprometido con los derechos humanos y la lucha por la justicia social.
En esta nueva edición del prólogo del Nunca Más, se plantean varios cambios con respecto a la versión predecesora. Por un lado, se descarta la teoría de los dos demonios, la cual situaba aunque sea algún grado de culpabilidad a las propias víctimas. Porque aunque traten de ocultarlo, la amplia mayoría de las víctimas sí eran militantes políticos, sean sindicales, de partidos políticos u organizaciones revolucionarias. Eso que el primer Nunca Más no quiso mostrar era una verdad inocultable: los desaparecidos representaban ideas políticas que la dictadura quería eliminar. Es así como Duhalde el bueno pone sobre la mesa algo que solo se debatía por lo bajo, pero jamás en los ámbitos oficiales: la dictadura utilizó el terror político para instalar un modelo neoliberal. Y sella su texto diciendo:
“El NUNCA MÁS del Estado y de la sociedad argentina debe dirigirse tanto a los crímenes del terrorismo de Estado –la desaparición forzada, la apropiación de niños, los asesinatos y la tortura– como a las injusticias sociales que son una afrenta a la dignidad humana.”
Estas palabras tomaban mucho sentido en aquel momento, cuando Argentina salía de la crisis del 2001, momento en que el neoliberalismo termina de explotar. Y vaya casualidad, que en aquel período neoliberal los militares habían sido todos liberados. El sentido del texto era claro entonces: neoliberalismo y dictadura van de la mano, democracia y justicia social están en la vereda opuesta.
Hoy, un nuevo gobierno neoliberal [o algo así] está en el poder. Y vaya casualidad, que posee una clara reivindicación del accionar de la última dictadura militar. Incluso yendo mucho más allá en términos discursivos de sus antecesores neoliberales.
Si Menem liberó a los genocidas no fue por negar sus crímenes sino por proponer una falsa “reconciliación nacional». Macri tampoco los avaló, si bien rehabilitó la teoría de los dos demonios y dio pasos atrás, como aquel 24 de marzo que el único acto de campaña del frente gobernante, entonces llamado Cambiemos fue subir una imagen que decía “Nunca Más curro con los derechos humanos”. Pero Milei y su gabinete van por más, una reivindicación clara y una banalización total. Desde cuestionar el número de víctimas hasta hablar solo de “excesos”, pasando por ideas ridículas como presentar un proyecto para declarar a la emisión monetaria un crimen de lesa humanidad, una provocación absoluta. Ni hablar las vigentes normativas que impiden la libre movilización, la persecución mediática y señalamiento público a opositores, la violencia que en la calle ejercen seguidores del gobierno y tantas otras prácticas alejadas de una verdadera democracia
Por eso, en este nuevo 24 de marzo decimos:
NUNCA MÁS AL TERRORISMO DE ESTADO
NUNCA MÁS A LA CENSURA
NUNCA MÁS A LA REPRESIÓN
NUNCA MÁS AL DESFINANCIAMIENTO DE LA CIENCIA Y LAS UNIVERSIDADES
NUNCA MÁS A LAS INJUSTICIAS SOCIALES