Pero esta costumbre de juntarnos con gente también evolucionó y, a medida que los vínculos sociales se complejizaron, fue tomando distintas formas: las sociedades, las logias, los sindicatos, las uniones. Y si todo el mundo andaba en esa, era lógico que las y los astrónomos también lo hicieran, y así fue como en 1919 surgió la Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés), una agrupación que reunió diferentes organismos que existían antes, como el Bureau International de l’Heure, la Carte du Ciel y la Solar Union, y que hoy cuenta con la membresía de 12723 de socios distribuidos en 92 países, de los cuales 87 son miembros nacionales.
Más allá del “detalle” de que Argentina aporta 161 miembros, de las cuales 68 son mujeres, aportando el 0.5 del apenas 21% de mujeres que tiene en total la IAU. Un dato que quiero destacar acá es que nuestro país no tiene miembros menores de 30 años, apenas 3 tienen entre 30 y 39, 19 entre 40 y 49, 18 entre 50 y 59, 11 entre 60 y 69, 11 entre 70 y 79. Posiblemente en este último rango nuestro país tendría que contar con, al menos, tres miembros más: Ana Teresa Diego, María del Carmen Cañas y Ana María del Carmen Pérez, estudiantes de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de La Plata (FCAGLP), detenidas desaparecidas por la última dictadura cívico militar.
Cuando ingresé a la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de La Plata FCAGLP, con la intención de estudiar Astronomía, no tardé mucho en acercarme a las reuniones del Centro de Estudiantes, que en ese momento estaba conducido por una agrupación estudiantil independiente que se llamaba Ana Teresa Diego. En esa época, allá por el 2005, se creía que el Observatorio (el nombre con el que se menciona de forma cariñosa a la FCAGLP) había tenido una sola estudiante desaparecida, Ana Teresa, nacida en Bahía Blanca en 1954, militante de la Federación Juvenil Comunista, secuestrada por una patota que vestía de civil y se movilizaba en dos Fiat sin patente.
A Ana se la llevaron mientras cruzaba El Bosque de La Plata el mediodía del 30 de septiembre de 1976. Había salido de una consulta con el profesor de Astronomía General (que también fue profesor mío cuando cursé esa misma materia) y luego de despedirse de sus compañeros en la puerta del Observatorio. En algún acto conmemorativo escuché a Luis Martorelli, docente de la Facultad, reflexionar sobre qué hubiera sido de su destino si él la hubiera acompañado en vez de quedarse estudiando en la biblioteca. Todas las personas que hablaron de ella siempre la mencionaron como una persona muy dulce, simpática, atenta a los demás, preocupada por la necesidad de construir un mundo más justo e igualitario. Más o menos lo mismo que pensaba yo cuando me acerqué al Centro de Estudiantes y me encontré con la historia de Ana.
Ana fue secuestrada junto con Carlos Gregorio Schultz, en ese entonces estudiante de medicina, sobreviviente, que declaró en las audiencias del «circuito camps” y gracias a quien se conocieron detalles del destino de Ana.
Otra parte de la historia la pudimos conocer gracias al relato de la propia Emilce Moler, sobreviviente de la noche de los lápices, quien compartió un tiempo con ella en el Pozo de Quilmes, y que cuenta una historia hermosa que cada vez que la leo me pone las piel de gallina:
– Son las 5 de la tarde- me dijo Ana casi susurrando
– ¿Cómo sabes?- le pregunté desde la celda de al lado
– Por la proyección del sol en la pared. Se forma un ángulo y, por Trigonometría, mido el seno y el coseno; así lo puedo calcular. Estudio Astronomía.
Seguimos hablando un rato, de celda a celda, en el Pozo de Quilmes. Nos habíamos levantado la venda y mirábamos por las ventanitas de las puertas de los calabozos que daban a un paredón.
Un día se la llevaron. Nunca supe más de ella.
Siempre trasmití a mis alumnos que la trigonometría es muy importante para resolver problemas cotidianos de nuestras vidas. Un homenaje a vos Ana, que me pudiste decir la hora cuando había perdido todas las coordenadas.
Los restos de Ana fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en mayo de 2012. Había sido enterrada como N.N en una fosa común del cementerio de Avellaneda. Martorelli dijo al respecto en una entrevista para un diario platense: “Hemos marcado un camino. Nuestro país no sólo juzga, sino que también, a través de la ciencia, identifica y restituye identidades. Esa gente (por los antropólogos) merecerían el Nobel de la Paz: por su noble tarea y por la tranquilidad que llevan a las familias”.
Creo que no hay mucho más para agregar.
Pero quiero volver a la IAU. Porque resulta que dentro de la estructura de la IAU hay una división que se llama Comité de Nomenclatura de Cuerpos Pequeños, y se dedica exactamente a eso. El MPC (por sus siglas en inglés) se encarga de la designación de los cuerpos menores del Sistema Solar, lista que incluye a lo planetas menores, asteroides y cometas.
Ni bien se descubre un objeto se lo nombra de acuerdo al año del descubrimiento, la quincena del mes y el número de asteroides descubiertos en esa quincena. Después, cuando después de muchas observaciones está definido el tipo de objeto, sus características, los detalles de su órbita y la predicción de futuras apariciones, la IAU le da un nombre y un número permanente. El número no tiene ninguna correlación con números anteriores y el nombre no tiene muchas restricciones, hay nombres como Frank Zappa o los nombres de los siete tripulantes del transbordador Columbia, entre otros.
El 31 de diciembre de 1975 el astrónomo argentino Mario Reynaldo Cesco, que se ve que venía de racha porque ese mismo año descubrió dos asteroides y el año siguiente uno más, observó desde el telescopio instalado en la Estación de Atura Carlos Ulrico Cesco, del Observatorio Astronómico Félix Aguilar, un objeto que fue identificado, primero, como 1975 YD.
Este objeto resultó ser un asteroide con una órbita ubicada entre Marte y Júpiter, dentro del famoso Cinturón de Asteroides, con una distancia media al Sol de 2.561 UA (unidades astronómicas – una unidad astronómica corresponde a la distancia entre el Sol y la Tierra), pudiendo alejarse hasta 3.222 UA y acercarse hasta 1.901 UA. Su órbita es una elipse de 0.2579 de excentricidad, con una inclinación orbital de 12.29°, y su año, es decir el tiempo que tarda en dar una vuelta al Sol, es de 1497 días
De acuerdo al sitio oficial de la Unión, la misión de ésta “es promover y salvaguardar la ciencia de la astronomía en todos sus aspectos, incluyendo la investigación, la comunicación, la educación y el desarrollo, a través de la cooperación internacional”. Un poco de la mano de las palabras de Martorelli en relación al rol amplio de la ciencia, en 2011 el entonces decano de la FCAGLP, Adrían Brunini, presentó una solicitud a la IAU para ponerle el nombre de Ana a un asteroide.
El MPC le asignó, al objeto descubierto por Cesco, el nombre (11441) Anadiego. Fue la primera vez que el nombre de una persona desaparecida por una dictadura cívico-militar se asignó a un cuerpo del sistema solar. y ojalá no sea la última.
Porque el caso de Ana es icónico y reconocido, sobre todo porque la secuestraron muy cerca de la Facultad. Pero el Observatorio, como ya mencionamos, tuvo otras dos estudiantes detenidas-desaparecidas de las que se habla poco.
María del Carmen Cañas, tenía 23 años cuando se la llevaron, había nacido el 20 de octubre de 1953 en Azul, provincia de Buenos Aires. Estaba casada, tenía un hijo chiquito y estaba embarazada de 3 meses. Militaba en la agrupación Montoneros. El día 3 de agosto de 1977 fue asesinada junto con su madre María Angélica Blanca de Cañas, en su casa ubicada en calle 134 y 39, en La Plata. Estaban preparando presentaciones por la desaparición de su hermano Santiago. Su caso fue juzgado también en el marco de la causa “Camps”, con sentencia en diciembre de 1986.
Ana María del Carmen Perez nació el 16 de septiembre de 1951 en Villa Trancas, provincia de Tucumán. Era militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP), la agrupación juvenil universitaria que era parte de la estructura nacional de la rganización Montoneros. Trabajaba en la fábrica Alpargatas. Fue secuestrada a los 25 años, el 14 de septiembre de 1976 en el domicilio de su cuñada Estela María Moya de Gayá, en el Barrio de Chacarita, Capital Federal. Apareció asesinada el 13 de octubre del mismo año en aguas del canal San Fernando, provincia de Buenos Aires. Estaba embarazada de 9 meses.
En nuestro país el 24 de octubre, se celebra el día nacional de la Astronomía, en conmemoración de la fecha de inauguración del primer observatorio astronómico argentino, en 1871 en la provincia de Córdoba. El impulsor de semejante emprendimiento fue nada más y nada menos que Domingo Faustino Sarmiento, defensor de la educación pública y la ciencia nacional.
Ojalá cuando invoquen su nombre tengan en cuenta que la historia de la Astronomía nacional arrancó con él, fue salpicada por la violencia y el terrorismo de Estado, y se vio perjudicada por los reiterados ajustes, la fuga de cerebros y la falta de políticas de promoción científica de gobiernos de todos los colores, pero que tiene memoria y sigue resistiendo.