Mayo es un mes cargado de simbología. El primero de mayo es sin duda una referencia obligada. En el caso de quienes vivimos en Argentina, tenemos el 25 nuestra Revolución o mito de orígen. Pero a veces nos toca recordar fechas que no nos gustan tanto, y entre este entramado de fechas revolucionarias hay una que expresa contradicción y enfrentamiento: las llamadas “Jornadas de Mayo”.
Cuando hablamos de la Guerra Civil Española pensamos en republicanos luchando contra fascistas, pero no tanto en republicanos luchando contra otros “republicanos”. Pero efectivamente entre el 3 y el 8 de mayo de 1937 la ciudad de Barcelona se vio paralizada por un enfrentamiento interno dentro del bando “rojo”. Anarquistas y poumistas[1] se enfrentaron con las autoridades centrales de la república -socialistas, comunistas y republicanos- en una disputa que discutía el mando de la guerra y el camino que debía seguir la República.
La guerra había comenzado el 17 de julio de 1936, casi un año atrás, cuando las tropas marroquíes[2] del general Franco se alzaron y comenzaron una serie de levantamientos en la península con el objetivo de derrocar el gobierno de izquierdas que había asumido en febrero de ese mismo año. En un contexto de extrema delicadeza, el recién asumido presidente por una serie de constantes relevos, José Giral, tomó una decisión drástica: entregar armas a los sindicatos para que defendieran al gobierno. Claro, casi todo el ejército estaba apoyando la causa golpista y el gran sustento de la República, que llevaba unos escuetos 5 años de existencia, eran los trabajadores. Estos estaban agrupados en dos grandes confederaciones: la Unión General de Trabajadores (UGT) de mayoría socialista y con presencia comunista y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), el sindicato y organización anarquista más grande que jamás haya existido. Se calcula que para estos tiempos la UGT contaba con un millón y medio de adeptos, mientras la CNT con dos millones. Es decir, ¡el anarquismo era la principal corriente sindical del país! Realmente insólito.
Con los gremios alzados en armas y los partidos políticos acompañando la formación de milicias populares, el golpe fascista pudo ser detenido en gran parte del país, resistiendo en los principales centros urbanos: Madrid, Valencia y Barcelona, entre otros. En el caso de esta última era de resaltar que allí la defensa había quedado casi totalmente en manos de los anarquistas, que de hecho tras su triunfo militar pasaron a tener una suerte de cogobierno en toda Cataluña y un gobierno efectivo de la zona que controlaban de Aragón (única experiencia real de gobierno anarquista en la historia). Cataluña y Aragón pasaron a ser territorios dominados por las milicias obreras, sobre todo anarquistas, una verdadera experiencia revolucionaria.

Pero en Madrid estaba ocurriendo otra cosa. Si bien también las milicias fueron las protagonistas de la defensa de la ciudad, la preponderancia aquí fue de socialistas y comunistas.[3] El gobierno central de la República comenzó a buscar apoyos internacionales para enfrentar al ejército de Franco que no sólo contaba con la mayor parte de las tropas españolas regulares, sino que ahora tenía el apoyo militar de la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, las cuales habían firmado un pacto de no intervención junto a Inglaterra y Francia pero que solo estas dos últimas potencias cumplieron, mirando al costado ante una realidad innegable: el apoyo de los gobiernos fascistas a las tropas golpistas en España.
El único país que dió un verdadero apoyo a la República fue la Unión Soviética de Iósif Stalin[4]. Hasta octubre la defensa militar siguió principalmente en manos de las milicias obreras, que si bien no lograron grandes avances pudieron estabilizar varios frentes, gracias también al millón de voluntarios que llegaron a luchar de todas partes del mundo. Pero en noviembre finalmente arribó el apoyo soviético que no se materializaría en tropas (para evitar roces internacionales y por dificultades logísticas), sino en apoyo económico, en equipamiento, tanques, aviones y… obviamente, la conducción del proceso militar y político. Si bien las autoridades republicanas no fueron removidas ni reemplazadas por comunistas en los principales lugares, la realidad es que el mismo Stalin pasó a manejar el futuro de la República y los porvenires de la guerra.
Con la ayuda soviética en marcha se dio uno de los enfrentamientos más recordados de la guerra cuando en noviembre las tropas republicanas lograron frenar la invasión a Madrid y hasta recuperar territorios, suceso que hizo conocida a la ciudad como “La tumba del fascismo”.[5]

En este nuevo panorama, con apoyo, el gobierno central republicano (evacuado a Valencia por estar más alejada del frente) se dispuso a recuperar el control interno en el territorio que aún gobernaba y a crear el famoso “Ejército Popular”, donde las milicias debían ordenarse dentro de una estructura militar unificada y con jerarquías. Naturalmente, en Barcelona se iba a generar una tensión con estas definiciones.
Lentamente comenzaron una serie de avances sobre la autonomía de las milicias y los gobiernos de cada región. Si bien el anarquismo fue integrado al gobierno, se buscó ir limitando poco a poco su margen de acción. Sí, leyeron bien, la CNT[6] era parte del gobierno. De hecho, es aún más exótico porque tenían a su cargo ¡nada más y nada menos que el Ministerio de Justicia! Anarquistas administrando la justicia. Y no fue el único ministerio ni espacio que obtuvieron. Pero la realidad es que cada vez el gobierno les dificultaba más el acceso a armamento y recursos para sostener la guerra y les quitaban márgen de acción política. Es así que en mayo de 1937 la creciente tensión terminó de estallar en Barcelona.
Pero antes, debemos señalar una importante operación mediática que realizó el gobierno de Valencia. Fiel al estilo de su nuevo líder, Iósif Stalin, el gobierno comenzó una cacería de “traidores” y “enemigos del pueblo”, lo mismo que estaba ocurriendo en Moscú con la “gran purga” que acababa de empezar. Esta amenaza, que una vez ejecutada era durísima necesitaba chivos expiatorios que justifiquen así una intervención central. En el caso español el elegido fue un partido no demasiado grande, una escisión del Partido Comunista llamada “Partido Obrero de Unidad Marxista” (POUM), una vieja fracción trotskista que había abandonado aquellos posicionamientos para acercarse cada vez más a las posiciones políticas de la CNT anarquista. Pero el mote de “trotskista” (si bien, como dijimos, ya no pertenecía a aquella tendencia) era suficiente para comprobar un complot contra el gobierno para los estalinistas españoles y sus aliados soviéticos.
Es así que el POUM fue ilegalizado, relevado de sus lugares en el frente de batalla y muchos de sus dirigentes encarcelados, entre ellos su líder, Andreu Nin, cuyo cuerpo continúa desaparecido al día de hoy.
Con una excusa en marcha, las tropas del flamante Ejército Popular se dispusieron a retomar Barcelona, así como toda Cataluña y Aragón bajo el mando centralizado de Valencia. Las milicias fueron obligadas a unirse al Ejército y las expresiones de gestión obrera y popular fueron eliminadas. Entre ellas la inmensa cantidad de campos que habían sido colectivizados, sobre todo en Aragón y las empresas que se encontraban bajo mando de la CNT, siendo la central telefónica de Barcelona la principal y alrededor de la cual se dieron los principales enfrentamientos. Desde ya que los anarquistas y poumistas no se quedaron de brazos cruzados, fueron 5 días de luchas internas donde la ciudad se paralizó, se llenó de barricadas, redadas, enfrentamientos y que dejó un saldo de más de 500 muertos según algunos calculan. Un número inaceptable para un enfrentamiento interno dentro del mismo bando.
Finalmente la CNT logró negociar algunas cuestiones pero lo que había sido la “Revolución Española” y la primavera del anarquismo estaba llegando a su fin, aún dos años antes de que las tropas del generalísimo Franco ingresen a Barcelona, poco antes del final de la guerra.

Epílogo
Esta historia, poco recordada, está inmortalizada en una de las mejores obras de ficción audiovisuales jamás creadas: la película “Tierra y Libertad” del enorme director Ken Loach. Esta es una reversión de un texto del entonces jóven y desconocido George Orwell, quien escribió una suerte de diario titulado “Homenaje a Cataluña” donde cuenta su participación en la Guerra civil española, sirviendo en las filas del POUM como voluntario y donde presenció las Jornadas de Mayo en primera personas. La película retoma aquel relato pero reemplaza la figura de Orwell por la de un obrero inglés afiliado al Partido Comunista inglés y que al ver los desastres que el estalinismo está haciendo en el bando republicano se aleja de aquel, manteniéndose fiel al POUM hasta que debe volver a su patria. En la película podemos ver la tensión entre las milicias obreras anarquistas y poumistas y las tropas regulares del Ejército Popular, Los debates de los milicianos, las colectivizaciones en Aragón y desde ya, las Jornadas de Mayo.
Les dejo un link donde la pueden ver: https://archive.org/details/713r411b3574
[1] en un rato les explico qué es esto.
[2] Como Franco era el líder de las tropas marroquíes (que aún era una colonia española) es que en tantas canciones se nombra a los fascistas como “los moros”.
[3] La defensa de Madrid de aquel 18 de julio de 1936 quedó inmortalizada en una de las tantas hermosas canciones que nos dejó el bando republicano, en este caso “El quinto regimiento”. https://www.youtube.com/watch?v=KzoGrAEg-94
También hicimos un análisis de las canciones republicanas de la Guerra civil en esta columna de Ciencia del Fin del Mundo en 2021: https://open.spotify.com/episode/3nZ9BzM5KFCRo8BzOPnide?si=161d1357230d4256
[4] No dejemos de nombrar que el México de Cárdenas también apoyó pero no pudo efectivizarlo en apoyo militar.
[5] Esta batalla también posee un canto fantástico, las “Coplas de la defensa de Madrid”, donde se relatan los lugares en que se dieron los principales combates: https://www.youtube.com/watch?v=SQLD-xEQlKQ
[6] Y ya que estamos con las canciones de la guerra civil y nombramos a la CNT no podemos dejar afuera mi favorita, el himno de la Central, “A las barricadas”: https://www.youtube.com/watch?v=7_Pk6VjZlho . No creo que nadie lo note, pero la música es la misma que una viejísima canción revolucionaria polaca, la “Varshavianka”: https://www.youtube.com/watch?v=XIfcva-nbp0