Notas | La historia oficial

La historia oficial

El 19 de julio de 1819 el entonces líder del ejército de los Andes, José de San Martín dijo -o eso creemos- ante sus tropas dispuestas a enfrentar a los realistas su mítica frase: “Seamos libres que lo demás no importa nada”.

205 años más tarde, tuvimos que ver cómo las nuevas autoridades de nuestro querido canal Paka Paka, pusieron al fantástico dibujo de San Martín de la serie animada “La asombrosa excursión de Zamba” diciéndole a este niño formoseño que “ya somos libres”.
Al día siguiente, el vocero presidencial, Manuel Adorni anunció que se iba a reformular esta serie (diferente a lo que hizo Macri, que fue suspenderla) ya que “tenía una visión muy de izquierda” y se la iba a reemplazar por una “neutral”. Es decir, que al parecer hay dos visiones de la historia: la de izquierda y la neutral. 

En el año 1985 se estrenó una de mis películas favoritas -y una de las dos películas argentinas en ganar un Oscar-, “La historia oficial” de Luis Puenzo. En una escena, Alicia, profesora de historia, interpretada por Normal Aleandro, en su clase de historia de 5to año del secundario, le toma una lección oral a sus alumnos sobre la obra de Mariano Moreno. Uno de los alumnos aporta en el debate sobre su obra que “por eso lo mataron a Moreno”, a lo cual Alicia refuta diciendo que es “una vieja teoría que en una época estuvo de moda”, pero que no es cierto. A esto, otro alumno, de apellido Costa, le responde que es así porque “la historia la escriben los asesinos”. A esto, que Alicia interpreta como una provocación inaceptable, le pide al alumno que salga del aula y luego eleva una sanción a la institución al grito de “ESTO ES UNA CLASE DE HISTORIA, ESTO NO ES UN DEBATE”.

Once años más tarde, en 1996 se estrenó una de las obras más brillantes sobre la historiografía, “Lisa la iconoclasta”, el episodio 16 de la séptima temporada de Los Simpsons, la mejor serie de la historia de la humanidad. En una escena sospechosamente semejante, Lisa realiza un trabajo de investigación sobre el prócer de la ciudad: Jeremías Springfield. En su trabajo, Lisa descubre que “la historia oficial” contada sobre él es una farsa, más bien, como ella dice más tarde “un mito mezclado con realidad”, como todos los grandes relatos históricos.
Ante este desafío al relato oficial, la maestra le da una devolución con una nota que no solo es un 0, sino que viene acompañado de una dura crítica a su actitud, la cual ella juzga como “rebelde y prejuiciosa” a lo que remata diciéndole que “son mujeres como tu las que nos dificultan conseguir marido”.

Al parecer, y estas ficciones lo entendieron muy bien, cuestionar la historia, DEBATIR sobre ella, incluso pudiendo equivocarse siempre está asociado a la rebeldía y por ende, a una supuesta visión “imparcial” de la historia. Que, como tal, debe ser reprimida. Paradójicamente, cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, algo que no debería suscitar mayores debate, por lo menos a la hora de rechazarlo, ahí sí se pide “escuchar las dos campanas”, o “la otra versión de los hechos”. ¿Por qué ahí hay dos versiones pero en otros casos solo hay una verdad incuestionable?
¿Qué sentido tiene una disciplina como es la historia, una ciencia social, si no puede debatir ni sus hechos ni sus interpretaciones? ¿Tanto miedo le tienen a debatir qué pasó? ¿Tanto miedo tienen de que un alumno o alumna escuche algo diferente una vez? Como si no escuchasen cientos de opiniones variadas todos los días. ¿O de repente los profesores de historia somos súper mentes capaces de torcer la opinión de generaciones enteras? Cosa que a la luz de los hechos no parecería suceder.

Hace unos días, el twittero troll, streamer y funcionario estrella del gobierno, el “gordo Dan” preguntó al aire si no había algún historiador “del palo”, es decir ¿libertario? o lo que sea que él entiende como “su palo”. Al parecer, si debió hacer esta convocatoria en vivo, me imagino que estos no proliferan demasiado, y me pregunto… ¿Por qué será que la gente que puede estudiar LIBREMENTE la historia no suele ser adepta a sus ideas?

Al parecer, los campeones de la libertad lo que quieren es solo una lectura de la historia, construir una nueva hegemonía que, como supo hacer Mitre en su época, sea incuestionable y que refleje los valores políticos, culturales, sociales y económicos que el liberalismo tanto anhela. Al fin de cuenta, reescribir una nueva HISTORIA OFICIAL. 

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