El 24 de marzo de 1976 marcó el inicio de una de las etapas más oscuras en la historia de Argentina: el último gobierno militar. Este régimen, que se extendió por 2.756 días, mantuvo el control del país hasta que se formalizó el regreso a la democracia en 1983. Esta etapa se caracterizó por la implementación de un plan sistemático y clandestino de secuestro, tortura y desaparición de personas, cuyo objetivo era imponer un plan económico neoliberal, auspiciado por Estados Unidos. Dicho plan se enmarcó en la operación conocida como «Plan Cóndor», la cual llevó a varios países latinoamericanos a aplicar medidas económicas y represivas similares.
Plan Cóndor
La primera manifestación del plan cóndor fue la conocida “escuela de las américas”: Fundada a comienzos de la guerra fría en 1946 en Panamá, con el objetivo de entrenar a soldados latinoamericanos en técnicos de guerra y contrainsurgencia. El propósito principal era enseñar a américa latina como “defenderse” del comunismo inspirado en la URSS, así como de la subversión y la insurgencia. Entre 1949 y 1996 (aunque sigue existiendo), 620 militares argentinos egresaron de esta escuela, entre los que destacan: Leopoldo Galtieri y Roberto Viola. En total, se graduaron más de 80.000 militares, de los cuales salieron 11 presidentes, 40 ministros de defensa y 75 comandantes en jefe de las fuerzas armadas. En la lista global figuran cientos de militares latinoamericanos que, durante varias décadas, en nombre del combate contra el comunismo, violaron a mansalva los derechos elementales de la vida. Los egresados de la escuela de las américas persiguieron educadores, organizadores de sindicatos, trabajadores religiosos, líderes estudiantiles, así como a los pobres y trabajadores que luchaban por sus derechos. Cientos de miles de latinoamericanos han sido torturados, violados, asesinados, desaparecidos, masacrados y obligados a refugiarse por soldados y oficiales entrenados en esta academia militar. Para tomar dimensión de lo que se enseñaba en esta escuela Joseph Blair, antiguo instructor de la escuela de las américas, declaró en el documental “School of the Americas: An Insider Speaks Out»:
“Enseñábamos como secuestrar personas, como realizar interrogatorios totalmente inhumanos y métodos para extorsionar con éxito y cometer toda clase de abusos físicos”.
En el año 1994, la CIA (Agencia Central de Inteligencia) desclasificó el manual denominado “Kubark”, en el cual se describen metodos de tortura y posterior interrogacion, destacando la famosa picana electrica.
Países como Argentina, Venezuela, Bolivia y Nicaragua han dejado de enviar soldados a esta academia. Actualmente, una institución similar a la escuela de las américas sigue operando bajo un nombre diferente y con un objetivo públicamente desconocido.
La guerra que no fue
Durante la década de 1970, las Fuerzas Armadas y las organizaciones político-militares creyeron estar librando una guerra. Una guerra contrainsurgente o antisubversiva, para unos, y revolucionaria o de liberación, para los otros. Pero esa guerra no existió. En cambio, lo que sí tuvo lugar fue un plan represivo ilegal coordinado desde la cúpula de las Fuerzas Armadas que pretende rediseñar la sociedad en su conjunto, descargando su acción criminal sobre vastos grupos sociales que excedieron por mucho a los miembros de las guerrillas. Se trató de una persecución y exterminación de ideales donde, en palabras del dictador Jorge Videla: “no solamente es considerado agresor el que agrede a través de la bomba, el disparo o del secuestro, sino también aquel que en el plano de las ideas quiera cambiar nuestro sistema de vida a través de ideas que son justamente subversivas”.
Para la dictadura, la figura amorfa del “subversivo” permitió construir un “enemigo interno” que podía incluir cualquier tipo de expresión política, social y cultural alternativa. Y a la cual había que aniquilar. Sí es cierto que las organizaciones armadas fueron, sin duda, la punta más visible del iceberg de la activación social y política que la dictadura se propuso eliminar. También es verdad que algunas de sus acciones constituyeron crímenes o delitos. Pero esos crímenes y delitos no son suficientes para convalidar la existencia de una guerra ni tampoco para definirlos como de lesa humanidad. A los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido.
Es importante destacar que, durante la última dictadura militar en Argentina, se produjeron violaciones sistemáticas a los derechos humanos, resultando en la desaparición forzada de alrededor de 30.000 personas. Entre las víctimas se encontraban militantes políticos, así como obreros, jóvenes de entre 15 y 17 años, bebés recién nacidos y niños, personas sin vínculos políticos, extranjeros, religiosos y miembros de todo tipo de sectores sociales. Este periodo oscuro representa una de las violaciones más graves de los derechos humanos en nuestra historia reciente, dejando un vacío irreparable en nuestro pueblo. Uno de esos bebés fue Javier Matias Darroux Mijalchuk.
Javier Matias Darroux Mijalchuk
Hijo de los desaparecidos Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, nació el 5 de agosto de 1977 en la ciudad de Buenos Aires. Juan Manuel Darroux trabajó en la Prefectura entre diciembre de 1961 y junio de 1966. Entre septiembre de 1969 y mayo de 1975 hizo tareas administrativas en la Universidad de Morón, donde conoció a Elena Mijalchuk, que estudiaba para contadora. Como contó Estela de Carlotto durante la conferencia de prensa el día de su restitución, el 5 de agosto de 1977, en el Hospital Alemán de Capital Federal, nació Javier Matías. Al poco tiempo, la mujer volvió a quedar embarazada (a día de hoy el paradero del hermano de Javier es desconocido). Se lo contó a su madre y a su hermano Roberto. Juan Manuel también se lo había mencionado a su medio hermano Raúl Venturelli. Las últimas noticias sobre Juan Manuel llegaron a través de sus primos Luis Molina y Domingo Carmelo Graziadio, a principios de diciembre de 1977. Se habían encontrado con él en un bodegón en la localidad de Valentín Alsina y Juan Manuel le pidió a Domingo que lo acercara hasta Paraná y Panamericana, zona norte del conurbano. Domingo lo dejó allí pero como veía que su primo estaba preocupado, dio una vuelta y volvió a pasar por el lugar. Vio que Juan Manuel discutía acaloradamente con cuatro hombres que bajaron de una Chevy azul metalizada y lo presionaron para que subiera al vehículo.
Juan Manuel no aparecía y Elena no sabía dónde buscarlo. Los últimos días de diciembre de 1977, Elena recibió primero una llamada y luego una carta en la que su marido le indicaba que debía ir a Pampa entre Lugones y Avenida Figueroa Alcorta, en Núñez. El 25 de diciembre, en casa de sus padres, mostró la carta a su familia y pidió que la acercaran con su hijo al lugar. Al día siguiente llevaron a Elena a la cita. Y esa fue la última vez que vieron a Elena y a su bebé. Se cree que estuvieron en la ESMA ya que no figuran en los registros oficiales de desaparecidos. Cuarenta años más tarde, Roberto Mijalchuk (su tío) recibió un llamado con el que le confirmaron que habían encontrado a su sobrino. Fue en un teléfono de línea que había dejado como referencia cuando denunció la desaparición de su hermana y que nunca dio de baja a la espera de esa noticia.
Sin saber que era el hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, un joven se acercó a la filial de Abuelas de la provincia de Córdoba. Sabía que era adoptado. En su expediente decía que el 27 de diciembre de 1977 había sido encontrado por una mujer que caminaba por la calle, en la intersección de Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ESMA, y cerca de donde esa misma madrugada Elena había sido vista con su bebé por última vez. El niño fue dado en adopción a una familia de Buenos Aires y en 1999 se mudó a Córdoba, donde comenzó su búsqueda.
A fines de los 80 las familias Mijalchuk y Darroux pidieron a la Justicia la presunción de fallecimiento de Elena y Juan Manuel pero recién en mayo de 1999 Roberto Mijalchuk denunció la desaparición de su hermana embarazada, su cuñado y su sobrino. A partir de esa presentación, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad abrió un nuevo legajo y comenzó a investigar el caso. Las muestras de sangre de ambas familias se incorporaron al Banco Nacional de Datos Genéticos.
En octubre de 2016 el Banco informó que el perfil de un hombre coincidía con el de la familia Darroux Mijalchuk. Javier conoció a su familia. Pero no había datos sobre sus padres. Como a muchos desaparecidos, nadie los había visto en ningún centro clandestino de detención. Pero tampoco había información acerca de alguna actividad de militancia. La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) derivó el caso a la Unidad Fiscal Especializada para Casos de Apropiación de Niños para profundizar la investigación y eso demoró la comunicación pública de esta restitución.
Por el caso de Elena se abrió un legajo en la CONADI y de ella, su esposo y su hijo en la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). También fueron incorporándose las muestras de todos sus familiares al Banco Nacional de Datos Genéticos. Abuelas pidió que se realizaran exhumaciones de parientes fallecidos para completar información. El último perfil que se sumó, de su abuela paterna, junto con la ampliación de marcadores analizados, permitió la identificación de Javier. Inicialmente, la primera prueba fue negativa, la segunda fue la que dio el positivo. Este caso fue resuelto gracias al entrecruzamiento genético. A partir del entrecruzamiento del perfil genético de la persona que se sospecha puede ser hija de desaparecidos/as con el de los grupos familiares que buscan e integran el Banco, se puede determinar si es persona es -o no- hijo o hija de personas desaparecidas.
El Banco está conformado por perfiles genéticos de grupos familiares que denunciaron la desaparición de un niño/a o una mujer embarazada durante la última dictadura y aportaron su muestra de sangre para hacer su vigilancia genética. Y, por otra parte, contiene el perfil genético de todas aquellas personas con dudas sobre su origen que nacieron entre 1975 y 1980 y fueron analizadas allí. Este rango temporal no es arbitrario: coincide con la fecha probable de parto de las mujeres secuestradas embarazadas o con la fecha de nacimiento de los niños pequeños secuestrados, cuyos familiares realizaron la denuncia y dejaron su muestra hemática. Es decir, la muestra de quienes dudan se compara con estos grupos.
De Massera a Milei y los 30.000
Desde los inicios de la dictadura hasta hoy en día hay sectores que tratan de “negar” o “justificar” los crímenes y aberraciones que cometió la última dictadura militar argentina. Por ejemplo nuestro presidente Javier Milei y su vicepresidenta Victoria Villarruel, quien tiene vínculos directos con militares condenados por crímenes de lesa humanidad. Sus lamentables dichos reflejan un gran desprecio y desconocimiento del largo camino recorrido por nuestra sociedad en materia de la condena al último genocidio nacional.
Las palabras del presidente de los argentinos, parecen dejar abierta una puerta por la que la duda y la falta de conocimiento conduce necesariamente a la negación de lo que cientos de sentencias judiciales han establecido a lo largo y ancho del país: Lo que ocurrió en argentina durante la vigencia del estado terrorista fue un GENOCIDIO, hubo una masacre direccionada desde el propio estado para destruir a toda una fracción de la población e implantar un nuevo orden social. Poner en cuestión el número de desapariciones forzadas es una estrategia que ha estado en boca de los autores de los crímenes, quienes no dudaron en atribuir la diferencia a móviles económicos de las víctimas y, lo que es aún peor, a la legitimación de la teoría ya no de los dos demonios sino de uno sólo de ellos: serían los perseguidos y masacrados los que engendraron la tragedia con su accionar.
En ese sentido, la magistral Carta de Eduardo Luis Duhalde como Secretario de Derechos Humanos de la Nación a Graciela Fernández Meijide señalaba con acierto: «El único registro fehaciente de la cantidad de víctimas asesinadas, su identidad y destino final solo está en poder de los asesinos. De aquellos que mientras pregonan que su accionar fue «justo y en defensa de la patria» ocultan todo dato, sabiendo que su proceder fue abiertamente criminal.» Vale la pena recordar que en dicha carta se consignaron las variables producto de las cuales la cifra de los 30000 desaparecidos no es arbitraria.
La cantidad de sitios clandestinos de detención y exterminio, en todo el país, que superan el número de 800. Las estimaciones sobre el número de prisioneros que hubo en los grandes centros de detención y exterminios como la ESMA, Campo de Mayo, La Perla, el Batallón de Tucumán, el Circuito Camps, El Olimpo, El Atlético, etc., ya que ellos solos superan con creces el número actual registrado en la CONADEP y la Secretaría de Derechos Humanos. La estimación en torno al número proporcional de Habeas Corpus presentados en el país. El número de integrantes de las estructuras militares afectadas a la represión ilegal durante todo el periodo dictatorial que superan los 150 mil hombres, activos a la caza de sus víctimas. Los propios dichos de los militares previo al golpe de Estado, de que sus relevamientos efectuados con anterioridad, desde las escuelas hasta las fábricas, que indican en más de 30.000 las personas a eliminar. Los informes de la Embajada Norteamericana al Departamento de Estado, haciendo constar que en el año 1978 los jefes de la dictadura argentina informaron a la DINA chilena que las víctimas alcanzaban ya el número de 22.000. Debe recordarse que la dictadura continuó en su labor represiva ilegal de secuestros y asesinatos por cinco años más con posterioridad a ese informe y que aquella cifra de 22.000 correspondía a solo los dos primeros años de la dictadura.
Para cerrar dejo las palabras de Javier animando a aquellos que tienen dudas acerca de su identidad a buscar la verdad: “La restitución de mi identidad es un homenaje a mis padres, una caricia en el alma, un símbolo de memoria, verdad y justicia»
Bibliografía:
-Abuelas de plaza de Mayo (2019). Javier Matias Darroux Mijalchuk. URL:https://www.abuelas.org.ar/nietas-y-nietos/337
-La historia detrás de la restitución de Javier Matías, el nieto 130 (2019).Infobae. URL:https://www.infobae.com/sociedad/2019/06/13/la-historia-detras-de-la-restitucion-de-javier-matias-el-nieto-130/
-Prólogo Nunca Más (1984), Ernesto Sabato
-Anatomía de una mentira (2024), Hernan Confino y Rodrigo González Tizón
-Genética y Derechos Humanos: una larga
historia de encuentros y desencuentros, Dr. Franco Marsico
-Documental ”School of the Americas: An Insider Speaks Out»