O bueno, se convertía, porque de a poco el robotito se empezó a morir. Si miran bien (cosa que no pueden hacer salvo que estén acá, pero les pido que se imaginen) ya se le apagó una serie de luces y nada, pero absolutamente nada en el mundo, indica que lo van a reparar pronto. De hecho, lo más probable es que, con el correr de los meses, el robotito se vaya apagando totalmente.
Me acuerdo de que durante el macrismo, uno de los dinosaurios que hay en la entrada dejó de mover la cabeza. Automáticamente, pasó de ser la principal atracción para los niños y las niñas a algo que pasaba desapercibido. No es lo mismo si el dinosaurio mueve la cabeza o no la mueve. Durante años me pregunté qué les costaba cambiarle el motorcito, ¿cuánto puede salir arreglarlo? Era solo un motorcito para que volviera a encantarles a los chicos. Realmente sentía que a nadie le importaba.
Lo más triste es que en todos los ambientes donde uno pregunta sobre la situación, todos coinciden que esta etapa es órdenes de magnitud peor.
Realmente no creo que arreglen el monstruito de Tecnópolis.
Ciencia del Fin del Mundo empezó como un proyecto o bueno, un “ya fue hagámoslo” en plena pandemia en octubre del 2020 y fue creciendo a su manera hasta hoy donde es parte parte bastante importante de nuestras vidas.
Pero este año decidimos hacer algo distinto.
Si bien nunca nadie nos dijo qué podíamos decir y que no siempre lo hacíamos dentro de alguna estructura que no nos pertenecía, la querida FM La patriada los primeros años y la también muy querida Radio Monk en la temporada pasada.
Ahora estamos en mi casa, por eso es que vemos el monstruito de Tecnópolis, con un muy rudimentario equipo (si estás viendo el fondo es un croma agarrado con broches).
Pero con la incorporación espectacular de Nehuen Seoane, genio total, en la operación, coordinación y en hacer que esto parezca un programa de radio o de stream o de lo que sea.
En este 2024 si ves algo que sale bien es pura y exclusivamente gracias a Nehuen.
Volviendo a la cuestión, para este año decidimos independizarnos totalmente y encarar este nuevo año de Ciencia del fin del mundo.
Perfecto, el momento ideal.
Desde el 10 de diciembre todos quienes trabajamos de algún modo en el sistema científico nacional estamos viviendo una pesadilla. Nuestros sueldos, nuestros trabajos, nuestros proyectos están absolutamente parados o en riesgo de hacerlo muy pronto.
Tal vez era algo esperable, el secretario de ciencia es un especialista en fintech (o como se diga) que aún no recibió a ningún referente del espacio científico.
El presidente del CONICET, en cambio, si los recibe pero para decirles que le den tiempo, que está tratando de que el ajuste no sea tan severo. Mientras las Universidades, las queridas universidades ese gran motor de la movilidad social ascendente no sabe cómo van a llegar al mes de mayo.
Creo (o creemos) que en estas circunstancias, más que nunca, necesitamos un espacio para decir cosas.
En una serie de columnas que hice en Gelatina, que produjimos con Dito, nos preguntamos si había realmente un plan para destruir a la ciencia o para orientarla en cierto sentido al mercado, pero llegamos a la conclusión de que no hay ningún tipo de plan. Simplemente, se apagaron todas las oficinas del Estado y somos, ahora sí y fuera de joda, un barco a la deriva.
Pero una vez (y les juro que dejo de hablar de mí mismo), en una de esas columnas me preguntaron qué estaba haciendo la comunidad científica, cómo se está organizando, qué medidas está tomando. La verdad es que me quedé titubeando al aire (se me nota porque muevo aún más las manos). Realmente no sé si hay una organización de la comunidad científica para responder a esta realidad.
Además, tampoco sé por qué los referentes, esas eminencias científicas tan relevantes que recibe el presidente del CONICET, son los referentes, no sé.
Entonces, mirando el monstruito de Tecnópolis apagarse de a poco, me pregunto si nos vamos a quedar mirando como se apaga o si vamos a hacer algo al respecto.
Entonces tal vez no sea tan mala idea tener nuestro espacio, ¿no creen?
Este programa es mucho más que quienes lo hacemos, en estos años nos fuimos encontrando con personas espectaculares que nos bancan siempre. Hacemos un libro, se copan. Hacemos un evento un día de 45 grados, se copan. Hacemos una materia en la Universidad y, no sé bien por qué, se copan. Por eso, este programa es de todos ustedes. Los que nos escuchan en silencio, los que comparten, los que nos escriben, los que vienen siempre, los que nos dan regalos. Los que se copan.
Esto es Ciencia del Fin del Mundo temporada 2024. Las fuerzas del sur. Transmitido desde el conurbano bonaerense (al lado de Tecnópolis).