Notas | El culo de la ciencia

El culo de la ciencia

No tengo la menor idea de cómo ordenar estos pensamientos y si lo intento lo más probable es que se anulen entre sí y el resultado sea igual a cero.

Siento que hay algo que se movilizó en la sociedad o entre la gente que mira un poco a los medios de comunicación estos días con este éxito que tuvo el stream desde el fondo del mar con el loguito del CONICET. Que sea justamente desde el fondo del mar y que haya tenido además como protagonista una estrella culona, como fanática de Bob Esponja, es algo que me causa muchísima felicidad.

Muchas veces con compañerxs, con los cuales compartimos una forma de ver sobre todo lo que tendría que ser la ciencia en Argentina, tratamos de pensar ideas que popularizaran o que democratizaran a la ciencia, que la hicieran más accesible, más abierta, más amable en el sentido del amor, más conocida, para absolutamente todas las personas y por ende más propia, más defendible. No esa cosa lejana, en el pedestal, en bata blanca, impoluta, sino algo popular, desde el llano, de todos los días, compartido y por lo tanto querible.

¿Y no fue el inicio del cuestionamiento a la ciencia argentina y al CONICET el famoso culo de Batman? Bien, aquí estamos en el corsi e ricorsi. De vuelta un culo nos trae esta vez a la admiración popular.

Es muy significativo también que sea algo que viene desde el fondo del mar, justamente desde ese lugar donde se han hundido totalmente los fondos para la ciencia este año. En el más profundo de los abismos del no sabemos cómo, de qué manera, podremos rescatarlos.

Pero también hay algo en la exposición, ¿no? Mostrar el culo. Mostrar lo que en general no se quiere mostrar. Porque si hay algo que la ciencia y los científicos argentinos no han querido nunca mostrar es justamente sus fallas, es justamente todo esto que le han estado reprochando entre los libertarios, la falta de éxito. ¿Por qué no consiguen vacunas tan rápido como el resto del mundo? Todo esto de lo que la ciencia argentina se ha tenido que estar defendiendo este tiempo es justamente lo que no se quiere mostrar, tiene un poco que ver con que bueno, finalmente acá estamos expuestos con todas las fallas que podemos tener igual, absolutamente igual que el resto de la sociedad y en el fondo del mar.

Y aún así, hundidos y expuestos, aún así podemos provocar orgullo. 

Y acá viene la otra relación extraña que siento en estos días.

Vemos y escuchamos las y los participantes en las redes sociales que el resto del mundo mira con estupefacción nuestro fanatismo, el increíble entusiasmo con el que alentamos desenfrenados a un piloto de Fórmula 1 que la mayoría de las veces sale último o ni siquiera puede largar y correr la carrera.

Su maravilloso apellido encima nos remite inmediatamente al estar en el fondo, en el culo,  y también un poco a mover la cola, algo de esa alegría canina contagiosa que le vimos desparramar por los pits.

A veces nuestros compatriotas tampoco entienden muy bien por qué, estando en medio de la más absoluta miseria económica, nos puede entusiasmar ese circo de millonarios (todos medios mafiosos y turbios) que es la Fórmula 1.

Y es que justamente ahí está la gracia, haber puesto a uno “de nosotros”, entre muchas comillas, casi un adolescente, en medio de ese picadero de carnes y egos, entre esos leones, en ese juego del más alto nivel del mundo, en donde se desparraman la guita como nada y con ese desparpajo ahí está y también ahí tenemos una relación que tiene que ver con la exposición, con las fallas y con la compadreada. Con las compadreadas orgullosas argentinas, como poner un mono en el espacio, al CONICET a mirar la fauna abisal o intentar la fusión fría completamente a destiempo del mundo en una isla en medio de un lago. 

Hay un hilo raro que une nuestros orgullos argentinos, éstos orgullos de venir desde lo más bajo, de estar completamente en bolas y salir siempre últimos, ser frágiles y estar expuestos a las miradas del mundo en nuestra fragilidad y en nuestros errores, pero que también nos hace increíblemente resistentes a las presiones. La del fondo del mar, la de hacer ciencia sin un mango, la de ser piloto de Fórmula 1, la de estar constantemente capeando temporales, económicos, sociales y políticos. ¡Fuerza amigxs, cómo siempre, ahí vamos!

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OJO no se si ésto tiene copyrights!

La canción me gustó!
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Nos ayuda un montón cuando le cuentan a alguien que existimos y que hacemos estas cosas.
 ¡Gracias por ser genial!
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