Proyectos | Caso: Paula Cortassa Zapata

Caso: Paula Cortassa Zapata

Este trabajo fue realizado en el marco del Taller de genetica y derechos humanos, dictado por Juan Manuel Carballeda y Martin Di Tomas en la Universidad Nacional de Hurlingham. Agradecemos y felicitamos a las y los estudiantes que eligieron estas historias para contar.

Autora: Ana Castelao
Edición: Pula Alvarez

En este escrito vamos a hablar del caso de Paula Cortassa Zapata, la nieta restituida número 58 cuya identidad fue recuperada en 1998, y cómo su historia forma parte de la red de sucesos que se dieron en nuestro país durante y después de la dictadura cívico-militar entre 1976 y 1983.

Su historia comienza en la provincia de Santa Fe, donde su padre, Enrique Cortassa, y su madre, Blanca Zapata, eran militantes de la Juventud Peronista, y posteriormente se incorporaron a la organización Montoneros. Ellos vivían en la ciudad de Rosario, sin embargo, debido a las constantes persecuciones ocasionadas por el terrorismo de Estado, concluyeron que no era seguro quedarse allí, así que se mudaron a la capital de la provincia. Paula Cortassa Zapata nació el 13 de diciembre de 1975 en la ciudad de Santa Fe, allí la familia vivía junto a dos compañeros militantes llamados Cristina Ruiz y Osvaldo Ziccardi, con sus dos hijos.

El 11 de febrero de 1977 los militares irrumpieron en la casa de las dos familias secuestrando a Enrique, a Paula y a los hijos de Ziccardi. Blanca, quien estaba embarazada de casi 9 meses, recibió un disparo en la cabeza, fue ingresada en el hospital en estado de coma y posteriormente falleció; nunca se supo si el bebé nació con vida, sin embargo, no hay documentos que testifiquen que murió junto con su madre, por lo tanto Enrique y el hermano menor de Paula aún se encuentran desaparecidos. Por otro lado, Cristina también fue asesinada con un disparo el mismo día; su pareja, Osvaldo, había caído semanas atrás.

Los hijos de Ziccardi fueron devueltos a sus abuelos. Paula, por el contrario, estuvo retenida 54 días en los que no se supo qué sucedió, hasta que el 6 de abril fue ingresada en Casa Cuna. El 13 de mayo el juez Luis María Vera Candioti la dio en adopción a Jorge Omar Guallane y Agustina María Moro, ambos trabajadores de la Unión Obrera Metalúrgica; entonces Paula pasó a llamarse María Carolina Guallane, nombre con el que hoy en día se identifica. Se le informó al matrimonio que la niña había perdido a sus padres en un accidente; a pesar de esto y a raíz de otros factores como su severa desnutrición y grave estado de salud físico y psicológico, ambos comenzaron a tener sospechas sobre esa “verdad”, entonces decidieron investigar.

Dos años después, sus padres adoptivos se enteraron del verdadero origen de Carolina. Posteriormente, alrededor de la edad de 12 años, ella descubrió la verdad cuando le preguntó a sus padres luego de haber tenido sospechas por años. Ellos decidieron ayudarla a buscar a su familia biológica y recuperar la identidad que le fue arrebatada, pero no fue hasta 1995 que comenzó su búsqueda. Por esos años ya existían denuncias de desaparición en Abuelas de Plaza de Mayo, pero la familia biológica de la niña no había denunciado su caso por lo que fue muy difícil comenzar a buscar. Tiempo después, Carolina acudió al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y ninguna de las pruebas que se realizó coincidía con las familias ahí registradas.

En 1998, cuando Carolina ya tenía 23 años, tanto Abuelas como otros organismos, colaboraron para dar a conocer el caso públicamente, pero sobre todo para hacer peso en la investigación sobre su identidad ante la justicia. Algunas personas que conocieron a sus padres se enteraron de la búsqueda de Carolina y comenzaron a movilizarse para ayudar. De esta manera, en septiembre de ese mismo año, ella pudo confirmar su verdadera identidad a través de un análisis entregado por el BNDG que comparaba sus muestras de ADN con las de su abuela materna Alba y su abuela paterna Delfina. Este es un caso particular ya que la familia biológica no fue quien dio el puntapié inicial para buscar a su nieta, sino que fue ella misma la que los encontró; también es uno de los primeros casos de apropiación de niños que se investigó en Santa Fe a fines de los 90.

En ese entonces, en la Argentina ya se contaba con varias tecnologías y herramientas en el ámbito de la genética, esto principalmente impulsado por la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo. Uno de los mayores hitos fue la fundación del BNDG en 1987, que facilitó en gran medida la restitución de los nietos, en concreto aquellos casos que fueron resueltos luego de su creación, como el de Carolina. Las técnicas de genética incluidas por el BNDG jugaron un papel fundamental en este período de la historia de nuestro país; durante la década de los 90 comenzaron a emplearse y desarrollarse varias de estas técnicas como el estudio de grupos sanguíneos, el sistema HLA (antígenos de histocompatibilidad), isoenzimas eritrocitarias, proteínas plasmáticas, la implementación del ADN mitocondrial (para analizar la línea materna) y los marcadores del cromosoma “Y” (para analizar la línea paterna). Centrándonos más adelante en esta misma década, se implementó la técnica del STR (Short Tandem Repeats), considerado como un marcador molecular que consiste en una secuencia de 2 a 6 nucleótidos que se repite dentro de una zona específica del genoma, creando un perfil genético en cada persona determinado por dicha cantidad de repeticiones, que se heredan de los padres. Estos avances no solo sirvieron para restituir la identidad de los hijos de desaparecidos, sino también en algunas ocasiones la identidad de sus padres como en el caso de Carolina, quien pudo, en noviembre de 1998 obtener los huesos de su madre biológica, Blanca Zapata, gracias a que sus datos genéticos ya estaban ingresados en el BNDG.

Por otro lado, enfocándonos en el ámbito social y político durante el proceso de restitución de Carolina, en los 90 se vivió un clima ambiguo debido a las políticas del entonces presidente Menem en su primer mandato, quien por decreto presidencial indultó tanto a las Juntas Militares como a los jefes montoneros, manteniendo cierta imparcialidad entre ambos bandos justificando sus decisiones bajo la premisa de lograr una “reconciliación nacional”. Con esta mirada se retomó de cierta forma la idea de la teoría de los dos demonios, que surge por primera vez durante la presidencia de Alfonsín, en donde se plantean dos bandos con ideologías políticas opuestas (izquierda y derecha), que recurrieron a la violencia, comparando el Terrorismo de Estado con los movimientos guerrilleros. Todo esto con el fin de no crear más “disturbios” y hacer una tregua.

Más adelante, se retomaron las políticas de Memoria, Verdad y Justicia dándole un enfoque más social y empático hacia las víctimas de la dictadura. Un ejemplo es el caso del juez de menores Vera Candioti, cuyo juicio inició el 10 de abril de 2015 y finalmente, el 28 de abril de 2016 fue condenado junto a otros imputados, a 15 años de prisión, multas y la inhabilitación perpetua como juez por haber participado directamente en el caso de Carolina.

Para finalizar, me gustaría reflexionar acerca de cómo el contexto post-dictadura es sumamente importante en casos como estos donde se requiere un sólido respaldo del Estado, a través de sus políticas y decisiones, para poder impartir una debida justicia que pueda al menos devolver una parte de su historia a las víctimas, pero también no permitiendo que algo así vuelva a suceder. Además, quiero destacar el gran avance a nivel científico-tecnológico que se impulsó en aquella época el cual, si bien tiene su origen a partir de los delitos provocados en la dictadura donde las condiciones no eran favorables, también surgió como una herramienta infalible que aportó a que miles de familias se reencontraran y muchas personas recuperaran su identidad.

Si te gustó esta nota podés compartirsela a quien vos quieras.

Nos ayuda un montón cuando le cuentan a alguien que existimos y que hacemos estas cosas.
 ¡Gracias por ser genial!
Scroll al inicio