Notas | A la Huelga

A la Huelga

¿Cuántas veces escuchamos que “el trabajo dignifica”? ¿O que “las personas se realizan trabajando”, o que “el trabajo es el principal ordenador social”? Bueno, quizás mucho de esto sea verdad, porque nuestra sociedad se ordena alrededor de las actividades laborales. Nuestra vida cotidiana se organiza en función de ello. El trabajo es lo que nos define como personas en gran parte.

Claro, pero no todos tenemos la misma suerte. Hay quienes su trabajo les permite vivir de manera muy acomodada, pero también hay quienes con su trabajo no logran satisfacer todas las necesidades materiales y espirituales que nuestra sociedad nos brinda.

Hay quienes logran tener un oneroso sueldo con muy pocas horas de trabajo, y quienes logran a costa de sacrificar una enorme parte de su vida en largas o incluso dobles jornadas de trabajo.

Pero tal vez hay otras facetas del trabajo que creo que deberían ser aún más centrales. Y es que algunas personas tienen la fortuna de trabajar en las cosas que les gusta, o por lo menos dentro de una carrera que eligieron estudiar y en un campo que les es afín.

Pero otro y otras, la gran y amplia mayoría, debe trabajar en rubros que quizás no fueron su vocación o el reflejo de una carrera terciaria, universitaria o de una búsqueda personal, sino que trabajan de lo que pueden, de lo que consiguen, de lo que conviene. Desde ya que no está mal, todos cedemos mucho en nuestros deseos en función de la realidad. Pero hay trabajos más duros que otros y hay trabajos que hacen a nuestro desarrollo personal y otros que, quizás, muchos no lo sientan así.

Pero lo peor, es que nuestra sociedad instaló una idea más que macabra, la de la meritocracia. Donde, según esto, quienes tienen trabajos con menor capacitación deben ganar menos, ya que no “se esforzaron” lo suficiente. ¿Saben qué? Yo quiero lo contrario. Que las personas que tienen que hacer los trabajos más duros sean los que mejor ganan. Porque quienes plantean lo contrario quieren una doble condena, que además de que alguien que tiene un trabajo considerado “malo” o “no profesional” sufra ganando poco. Y yo quiero que si alguien es barrendero, que no creo que nadie lo haya elegido como su carrera, gane más, porque es el que hace las tareas que nadie quiere hacer.

Hoy, para colmo, quienes tenemos la suerte de ser profesionales, no solo que no ganamos tanto, cosa que siempre sucedió en muchos sectores como el nuestro, pero que nos permitía hacer lo que nos gusta, sino que hay una deliberada tarea para destruir las carreras profesionales universitarias ligadas a las ciencias, entre tantas otras.
La investigación está totalmente cercada: no hay nuevas becas, las que hay están congeladas, las universidades no tienen presupuesto para continuar sus taras de investigación, los institutos están desfinanciados. Hoy ser investigador es un hobby prácticamente, porque nadie, o casi nadie, puede vivir de ello solamente.
La docencia, la otra gran pata profesional de las ciencias, está bajo un violento ataque. No solo que peligran decenas de miles de puestos de trabajo. Si no que los salarios cayeron en la miseria, siendo que ya nadie puede vivir con siquiera un cargo docente, sea en el nivel educativo que sea. En las salas de profesores las charlas ya no son en cuántos otros colegios trabaja cada uno, sino de pensar de qué otra cosa se puede trabajar.
Y lo peor de todo, no es el deterioro material, sino el simbólico: el mismo presidente de la nación acusa a docentes e investigadores de ser “zurdos empobrecedores”, “adoctrinadores del marxismo cultural” y tantas otras infamias que en vez de reconocer el rol social que ocupan estos trabajos los denigran, estigmatizan y atacan. Hoy en la Argentina, ser docente o investigador es malo para el poder oficial, y como es malo, deben sufrir la degradación de su nivel de vida, en todos los planos.

¿Y qué nos queda? Quizás solo trabajar para ellos. No podemos ser profesionales, tenemos que ser mano de obra barata, porque si no sos profesional no merecés un gran sueldo, como ya dijimos.

¿Y a alguien le va bien? Claro que sí, a los que especulan, a los hijos de millonarios que pueden poner a trabajar sus activos o que les dieron la vida resuelta, las empresas extranjeras que se la llevan toda gratis. Incluso, como dijo el presidente, los mayores héroes según él, son los que fugan dólares y evaden impuestos. Cosa que dicho sea de paso, solo pueden hacerlo los ricos. 

Por eso, el jueves 9 de mayo paramos, porque queremos ser trabajadores, pero queremos ser trabajadores felices. Trabajadores que puden vivir bien y trabajar bien. Y sobre todo, queremos trabajar para mejorar nuestra sociedad y en una sociedad que nos mejora y nos cuida.

Esto es CFM.

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